30 de abril de 2006
Sobrevivir a los grandes ideales
"Dentro de la Iglesia Católica también ha habido siempre grandes propuestas, grandes seducciones y grandes levas. Porque el cristianismo siempre ha tenido una capacidad máxima de convocatoria y de movilización, desde los primeros mártires, pasando por los cruzados y evangelizadores de nuevos mundos, hasta los guerrilleros de la liberación.
Es cierto que los ideales supremos son en un principio válidos, y que lo serán siempre, pero que a veces se desbocan en realizaciones avasallantes, deshumanizadoras, lesivas y, finalmente inviables, transformando el carisma en burocracia, el ideal en rutina y el heroísmo en mezquindad.
Es cierto también que eso solamente le pasa a los hombres y mujeres con grandeza de ánimo, generosos y valientes, seguidores de la sentencia de Hölderlin “el hombre es un rey cuando sueña y un mendigo cuando reflexiona”. Soñadores. Pero tales soñadores son precisamente los que pueblan los campos de batalla como heridos, acaso como desechos humanos, como inválidos de guerra.
Así quedaron tantos sacerdotes y tantos militantes de organizaciones católicas, tras ese peculiar XX Congreso del Partido Comunista de la URSS y esa peculiar caída del muro de Berlín que fue para la Iglesia el concilio Vaticano II y los años posteriores. Heridos, inválidos, o, como decía Jean Marie Lustiger, Arzobispo de París, en 1989, destruidos sociológicamente, psicológicamente y moralmente ( J.M. Lustiger, La elección de Dios, Planeta, Barcelona, 1989)."
(Jacinto Choza. Prólogo a La recomposición de la crisma: Guía para sobrevivir a los grandes ideales).
Me lo voy a pedir ya, que soy uno de los muchos fans de Satur a través de la red. Y bravo por Jacinto, esto si que es mecenazgo.
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4 comentarios:
Pues aquí no podría decir que adhiero tanto (o sí, no sé si acaso lo entiendo).
Igual sigo siendo lector.
Porque, como dijo mi estimado Marechal (Leopoldo; argentino, universal):
1) "Hombre soy, y nada que sea humano me asusta"
2) "El miedo nace de la ignorancia: es necesario conocer para no temer"
Juan Ignacio.
PD: creo que lo que no me gusta del texto es que puede estar cayendo en el moderno error de juzgar las vidas de gente que vivió antes de "las caídas de ciertos muros" con los criterios y la experiencia de la gente que vivió después.
O sea, vale el análisis, vale el decir: "qué mal aquello", mientras que eso no sea un juicio o no nos haga pensar que les hubiera sido a aquellas personas tan fácil verlo o evitarlo como nos sería a nosotros.
Un poco lo que pasa con la moderna "condena" de tantos sucesos históricos.
Amigo Juan Ignacio,
sucede que Jacinto Choza ha estado antes y después de "la caída de ciertos muros": era numerario del opus y ahora no lo es; que de eso trata el libro de Satur, en clave de humor, y con mucha miga, como sugiere el título y adelanta el prólogo.
De todas formas, ¡sólo faltaría que no pudiéramos juzgar los hechos históricos! Que lo que tenemos prohibido es juzgar al prójimo, no a esas abstracciones que llamamos personajes o instituciones. Torquemada, Churchill, Stalin, lo siento por ellos, pero no son mi prójimo.
Lo que adelanta el prólogo de Choza es la desorientación de verdaderas masas humanas, tras ciertos procesos históricos traumáticos, tras ciertas rupturas. La alusión al Partido Comunista, y a los curas desubicados es, además de muy pertinente, absolutamente veraz. Los antaño comunistas defienden ahora el cambio de sexo gratuito (por ahora, a Dios gracias, voluntario), el nacionalismo terrorista, y salvar a las ballenas (que no a los embriones humanos). Y muchos ex-curas no saben dónde tienen la cabeza, si se van a ir al Infierno por leer a Tony de Mello, o si eso del Infierno ya caducó con el Concilio. En fin, que la comparación estaba muy bien hecha, para mi gusto. Sobre todo porque es comprensiva con los dramas individuales de esas personas, porque les encuentra sentido.
Pero tu advertencia está bien hecha, pues no pocas veces tenemos ese "orgullo cronológico" de pensar que ahora, y no antes, sabemos bien cuál es el bien y el mal.
Oh, oh, entiendo más. He sido un poco apresurado.
Conozco a Satur. Fue profesor mío en el colegio. Es un tipo estupendo, un gran poeta muerto, un hombre que hace de cada día algo extraordinario.
Breo
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