Nota bio-bibliográfica

26 de enero de 2012

E.L.I.

Muchos, muchos años hace que no tenía esta exacta sensación. Esta como necesidad de llevar un diario personal, no literario, no sintiéndome leído por anticipado, sino íntimo, telegramático incluso -sólo datos, o breves notas, para recordar mucho, mucho tiempo después. No sólo es una sensación de hace años, sino que alguna vez lo llevé a cabo. De este modo: "Tarde en el zoo. Contraluz de los girasoles. Papá. Ale. Tito Carlos. El tren pasó al fondo del atardecer. Reíamos mucho". Que hay quién dirá que propende al haiku. Pero, como todo, me duró poco. Sería el año 90. Mucho después me puse con diarios "literarios", todo el rato posando, para parecerme a Jünger. Pero eso es otra cosa.

Aunque la otra noche, la otra noche... Fue una noche de estas rarillas, que empiezan extrañas y acaban extrañas pero con mucha cerveza de diferencia. Que parecen estar a punto de eclosionar (y casi, casi, se sienten los paulinos dolores de parto), pero se detienen en el último momento. Veamos ¿cómo lo hace Trapiello? Ah, sí, pone equis e íes. Y otros ponen iniciales. El caso es que fui a despedir a mi primo, que se volvía a L.A. (es director de cine), y como regalo sopresa me encontré a E.L.I. (son iniciales, son iniciales), que venía a hacer lo propio. Claro, todo el que haya tenido la deferencia de preguntarle, a ella, sabrá que no soy santo de su devoción (=me tiene asco), pero se tiene que aguantar con tenerme en su biografía -ex de su mejor amiga, primo de mi primo, y mil cosas más que recordamos esa noche- como yo también me tengo que aguantar. Lo que pasa es que yo, como varón, siempre me puedo decir ¡pero es tan guapa! (aquí pierdo la benevolencia de la parte femenina de mis lectores, los tres o cuatro, y se quedan leyendo sólo Enrique G-M, José Luis Sevillano, y quizá mi madre). Pero es verdad, ese ¡pero es tan guapa! dulcifica muchas cosas, como bien saben los examinadores del carné de conducir, sin ir más lejos.

El caso es que la noche se fue poniendo a ratos surrealista, a ratos íntimo-familiar (dos primos que tienen un pueblo en común siempre acabarán hablando de las fiestas, y diversas barrabasadas de dudoso gusto serán contadas como hazañas épicas; yo soy español, español, español -cántese-). A ratos rozando las intimidades traspapeladas. Porque, díganme ustedes, si una chica salió con un amigo íntimo nuestro del B.U.P. ¿no sabremos nosotros toda la trastienda sexual, los síes, los noes, los porquenoes? Así que si ella hace alguna referencia, de algún modo chistoso, o despechado, o aparentemente sólo enunciativo, uno se tiene que callar. Pero en ese callarse le sale una mínima sonrisa, yo diría una nanosonrisa, que por nano que sea ella la advierte, y se amosca. Pero no puede decir nada, salvo "¡Tú estás mu callao, tú estás mu callao! Y además, ¿por qué te ríes?"

En fin, la noche derivó por varios cauces: mi ex, el sexo, su ex, el sexo, mi primo, el sexo, los micrófonos. Y anecdotario abundante, y espumeante. Hasta nos hicimos fotos con el iPhone, mire usted qué bien, concordia y amistad. No ilustro, que no sé sustituir caras por X en fotochop.

En realidad, todo esto a usted le da igual, imaginario lector. La mayor parte del contenido de esa noche se perderá en el tiempo como el hielo entre la ginebra (se han fijado, se han fijado, para no hacer la énesima cita de Blade Runner, eh? ¿tengo arte eh?), y otra pequeña parte será recordada, tergiversada, caricaturizada, en otra noche futura de cervezas y pullas y tensión sexual no resuelta (así he leído que se dice). Lo que ocurre es que no había tenido esa intensa sensación "de diario" desde hacía tantos años. Y es lo que me ha puesto un tanto pensativo. ¿Será la edad? ¿Me estoy reblandeciendo? ¿Temo desaparecer, como un replicante, y que de mí sólo queden cuatro datos ordenados en un fichero, sin sangre ni sentido, ni más allá ni consecuencia? (Esto son preguntas retóricas, pero quedan bien para acabar un post).



(Toda la noche pidiéndome que le hiciera fotos ¡qué coquetería!)