Nota bio-bibliográfica

27 de enero de 2007

Con un tirón del hilo

"(...) le cogí (al ladrón) con un anzuelo y una caña invisibles, lo bastante largos como para dejarle caminar hasta el fin del mundo y hacerle regresar con un tirón del hilo". (G.K. Chesterton)

Kilómetros de extravío, pantanos neblinosos de aire tibio y sonidos opacos, donde apenas se distinguen unas formas humanas, risas apagadas, un lamento a lo lejos. Y seguimos caminando, por el bosque semanal. Lunes, martes, sábados, se suceden como una cortina interminable que apenas sí promete ya un balcón. La música de fondo es continua, insustancial, como la de una sala de espera. Atados a los tobillos, unos sacos llenos de una materia pesada y pastosa, que abre dos surcos en el terreno, aunque se borren a los pocos minutos. La hierba, los árboles, sin embargo, son amenos, como el jardin de Epicuro.

Una mañana, de repente, unos versos:

"(...) te quiero significa
que bueno que tú existas como tú
qué alegría tu sola realidad
sólo tú eres tú en el universo
qué sería del ser sin tu existencia
me comprometo a que existas siempre más (...)"

y estos otros:

"y el viento lloraba a Dios sobre las torres vacias
haciendo caer las hojas del otoño de la Edad Media".

(Jose Miguel Ibañez Langlois)

Los pies se sueltan, la niebla se adelgaza, la hierba dimite de hedonista y se hace adoratriz, el hilo musical se transforma en contrapunto y gozo vigoroso, y un por un momento vamos a algún sitio, regresando, a toda prisa, hacia delante.

Aquel lugar



ALBA


Desde el aire acarician las gaviotas
con su vuelo los arcos de las antiguas plazas.
Tiene un raro misterio la bahía,
y silencio las calles.
Los obreros del muelle ya trabajan,
mas susurran cantando las sirenas de Cádiz
y se saben en manos de dioses compasivos.
Hay una mezcla de promesa
y de monotonía
en el aire del mar, en la frescura
que humedece mis labios. Y a lo lejos
- leves pájaros blancos - una luz presentida que diviso
mientras los barcos de la noche vuelven.

(Alejandro Martín Navarro)

Hoy se ha presentado en Sevilla el libro de Ale, y José Julio Cabanillas ha dicho unas cuantas cosas muy emocionantes, sobre Ale y sobre la poesía. Hablando de la individualidad de cada persona, insustituible y distinta, recordaba la imagen de Gerald Manley Hopkins sobre una ciruela que se muerde, y su sabor ácido y dulce a la vez es peculiar e intenso, como el "sabor" de cada persona (que Cristo "probase" en el Calvario). Las típicas preguntas -seguía José Julio- sobre "los temas" de un poeta son vanas, pues lo importante no es de qué se habla, sino quién habla. La Poesíá es alguien, que habla con otro alguien, en la intimidad, y esta intimidad es un clamor de siglos que suenan como un susurro. Para que nazca un poeta se tienen que juntar el Cielo con la tierra. Pero la diferencia entre un poeta mayor y otro menor es que el primero -Dante, por ejemplo- recopila en su voz personal y distinta toda una tradicion, una cultura. Ale es un poeta mayor.

22 de enero de 2007

Naderias por alegrias

Miro mi vida. No es más
que un pasito hacia delante
y uno y medio para atrás.


*


Vivir todo con pasión:
lo que no andan los pies
ya lo anda el corazón.


*


No hagan caso a lo de antes.
Quizá las huellas de hormiga
sean pasos de gigantes.



*


La más dura de las artes:
llevar el camino dentro
y la meta en todas partes.

21 de enero de 2007

La comida de los astronautas

Una de las funciones de la Poesía se parece a la comida de los astronautas. En un pequeño tubo llevan las proteinas, vitaminas y sales minerales suficientes para sustentarse durante muchas horas, y así evitan cocinar -que no es posible en la nave espacial, ni hay tiempo- y ganan espacio -espacio espacial-.
Antesdeanoche, tras una dura cornada laboral (y sin cortar orejas), cuando se me caían los párpados, caído en el sofá, y Buenafuente era el buenagente establecido al otro lado de la mesa camilla, abrí la antología de poesía española que Fidel Villegas editó para sus alumnos de secundaria. Leí en voz alta algunos clasiquísimos versos:"¿Qué tengo yo que mi amistad procuras?", "y su mudanza ves, estando queda", "estando ya la casa sosegada", "beber veneno por licor süave". Los versos resonaban en la sala de estar, con un fondo de antenatrés, rumor de calentador de aire, y la vista nublándose en el límite del día, en que me voy borrando como un espejismo que se va a la cama, a la cama, que mañana hay que madrugar...


(confío que, si no hoy, tras algunas entradas Enrique vuelva a "ponerme en su su sitio").