Nota bio-bibliográfica

3 de septiembre de 2007

Temprano

"El secreto para gobernar el mundo es levantarse temprano", leí en algún lado. Nunca he tenido tan claro que no me interesa el poder.
Asciende hasta mi séptimo y soñoliento piso el sucio brumbrúm del autobús, y un color morado desvaído -que va tornándose "vaído"– recorta los bloques de enfrente, las casitas bajas, la Giralda al fondo, entre una bruma que me parece que está en mis ojos. En efecto: el mundo aparece al otro lado de las legañas. Agua fría como terapia de shock -bueno, no tan fría: la vida de aprendiz de asceta queda muy atrás-. El café avanza por las arterias, pero aún no ha despabilado todas las células; ha llegado, por ejemplo, a despertar las ganas poéticas, pero aún no ha despertado a la inspiración. En general, como autor, no me pasa otra cosa.

11 comentarios:

Anónimo dijo...

"Al que madruga, Dios lo mira sorprendido" ;)
Me pasa igual... pero... yo nunca tengo tiempo de café... así que mi sante madre corre detrás mio a las 6.30 de la mañana con el mate, que me va despertando. Pero las neuronas siguen durmiendo. Prueba de eso es, que al llegar a la portería de la fábrica, más de una vez me han tenido que volver a despertar.

Anónimo dijo...

Los días de trabajo me cuesta levantarme temprano. Los días de fiesta, no, y una fuerza extraña (una fuerza, digo) me expulsa de la cama. Este texto tuyo de hoy tiene la paz somnolienta de los amaneceres. Y esa imagen de la Giralda al fondo, ¡ay! Tu balcón adquiere entidad de observatorio literario. Me ha recordado a la tienda de la película Smoke, no sé si la has visto.

Jesús Beades dijo...

Claro que la he visto, Charlie, claro que la he visto. Es absolutamente genial lo de las fotos diarias.

Anónimo dijo...

Me gustó mucho lo de... "El mundo aparece del otro lado de las lagañas"
Delicioso...

Adaldrida dijo...

Que no tienes inspiración? Ayyy. Estoy de acuerdo con CRM

Anónimo dijo...

Carlos RM dijo "Los días de trabajo me cuesta levantarme temprano." y yo digo, los días de trabajo me cuesta levantarme temprano, los días de descanso TAMBIÉN.

Carlos, certifico que el balcón de Beades tiene algo mágico que no sé muy bien lo que es, pero atrae al visitante vespertino (como suele ser mi caso).

Anónimo dijo...

Consagremos, pues, el balcón de los Beades (no nos olvidemos de ella). Yo lo conocí sólo una vez, y con la discreción natural de un visitante novato (y vespertino) percibí de inmediato todas sus promesas visionarias.

Por cierto, saludos a ella.

Anónimo dijo...

te devuelvo el saludo Carlos que estoy mu liá pero no me olvido de ti.

Anónimo dijo...

Cierto, a Ella no la olvidamos. Un saludo también del Duendes!!!

Anónimo dijo...

Por algo tenemos la siesta... son los 20 interminables minutos que nos faltaron por la mañana: ¡Al colchón lo que es del colchón!

Juan Ignacio dijo...

Desatado de guerras,
oigo cantar mi viento.
Yo recogí mi corazón perdido
sobre la muchedumbre de las aguas.
Yo soy un desertor entre las huestes
que asaltaron el día.


(...)

Saludos.