Fue domingo en las claras orejas de mi burro...
La fugacidad del tiempo también afecta, afortunadamente, a los domingos por la tarde. Quien lea estas líneas a media tarde, quizá esté viviendo un domingo feliz, o por el contrario escucha el minutero sisífico, ansioso por que lleguen los programas deportivos -y después taurinos- de medianoche, en la radio. En ese momento postrero, hay una opresión que sabe a lunes, y "al atardecer de tu vida". Pienso si llegará un día en que viva los domingos de un modo pleno, libre, feliz, y escucho por respuesta el minutero, que ahora ya no es Sísifo, sino César Vallejo. Es, fue, es, fue, es fue, suena en vez de tic-tac. El "será" es el timbre del despertador, aún callado, amenazante.
5 comentarios:
plas-plas, plas-plas... iba aplaudiendo mi segundero mientras leí tu entrada.
Bueno, amanezco leyendo tu entrada... los domingos normalemente amanece a las 11.30 AM. Así que... es una linda forma de empezar el día.
Muy lindo Jesús, como siempre.
Qué grande.
Y yo que, ahora con la tesis, no distingo un domingo de un lunes... Qué rara sensación.
Nunca me han gustado los domingos, la verdad, ese aire decadente que tan bien pintas aquí. Donde este un sábado, con toda su incompletitud...
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