FRENTE AL ESPEJO
Tú pasas frente a mí,
yo sigo siendo el joven que, sentado
entre libros, pregunta por la vida.
Tú, como un fantasma, cruzas
frente al espejo, o te reflejas
en el cristal de la tarde.
Llevas el pelo gris,
la barba pequeña y recortada,
tu voz es grave y ronca.
Miras tímidamente hacia abajo,
tras las gafas, tus ojos guardan
esa distancia que dan los años.
¿Quién eres, me pregunto?
Me levanto a buscarte,
pero ya no estás, ya no estoy,
ya no está el muchacho taciturno
que soñaba entre libros.
Y sin embargo te sigo viendo
tras el espejo.
Este poema de Diego Reche, responsable del recital multitudinario con alumnos de secundaria, que ocupó una entrada audiovisual de este blogg, es una muestra de Ojos para las nubes, su último libro. En su sencillez, se acerca al misterio del yo y su permanencia. Normalmente encontramos el tópico de la fugacidad y el desleímiento de la identidad en el humo del tiempo ("ya no está el muchacho taciturno / que soñaba entre libros".) Pero rara vez encontramos tan bien escrito el sentimiento ante la permanencia del yo, o mejor dicho, la pregunta abierta ¿qué, quién, permanece? ¿qué se queda tras todo lo que huye? Quizá el rostro que veremos transfigurado, tras el último umbral. Su acierto es no dar una respuesta, sino constatar, con cierto callado asombro, el hecho que el espejo nos recuerda, pese a todo.
La mayor parte del libro es un ejercicio de reflexión sobre la doble condición -tan frecuente- de poeta-profesor. Y no de profe universitario, con tiempo libre e ínfulas de investigador, sino de profe-policía, que vigila los recreos para que los niños no se desmanden del todo. El aguerrido profe de secundaria. (Ya se sabe que los maestros de Primaria son santos, y los de Secundaria, mártires). Quizá él no lo advierta (la cercanía impide ver, a veces), pero el hecho de que tantos muchachos escribieran poemas, trabajaran la obra de un autor al que no conocían, y acudieran al recital (con bastante corrección), dice mucho de su profesor. Y además tocaban el piano, y la guitarra (varios han contactado conmigo por YouTube, pues tienen sus grupos de música). Sólo Dios sabe la importancia de esa difícil tarea. Por eso los poetas de la revista Númenor nunca estaremos lo suficientemente agradecidos a Fidel Villegas, que nos descubrió un mundo.
Sirvan estas líneas como homenaje a todos ellos, a Fidel, a Diego Reche, a tantos poetas-profesores de los que no se ocupan las páginas pedantes de los suplementos literarios, las cátedras de literatura. Ellos saben, como dijo el ruso, que la belleza salvará el mundo.
10 comentarios:
¡Qué hermoso!
Muy bonito poema, perfectamente enmarcado en tu comentario. Enhorabuena a ambos.
Y cuánto citaré a partir de ahora eso de santos (primaria) y mártires (secundaria).
Para poetas, los de Wikipedia. ¿Cómo se infringe un perfil católico?
No sé, tocayo, no he escrito la entrada en Wikipedia.
preguntadle a Buko, seguro que él lo sabe.
Y hace unos meses la gente gastando inútilmente tinta de periódico y perdiendo el tiempo con firmas y frases de apoyo por LGM, por lo de facha, maricón, hijodeputísima y lo que quieran que se dijeran en los claustros el uno al otro o el otro de Lorca, que me parece muy bien, que se digan lo que quieran y que firmen quienes quieran, y que dimita quien quiera, o quien pueda, pero que qué tontería, por dios, que de fantasmeo. Y sin embargo un Fidel Villegas, un Diego Reche, a esos habría que hacerles un homenaje como se merecen. Y lo que no entiendo es que todavía haya profesores de universidad que se enreden con tesis de escritores de tercera regional y no se dediquen a abrir un capítulo nuevo en sus manuales de Historia de la literatura: El valor de los profes-poetas de secundaria en el devenir de la literatura: Los casos de F. Villegas, etc. Yo lo veo cada vez más claro.
Juan Hornachuelos
Gracias, Beades por ese homenaje al profesor-poeta. Un mártir.
@Jaime: mal asunto, yo no tengo el curso CCC de Wikipedista. Claro que si lo tuviera, igual antes me dedicaría a escribir una entrada para mí mismo.
Qué de tontos hay por este mundo.
El de antes era yo. Por si no quedaba claro.
Gracias, por sacar la imagen y dejar ese "yo", desnudo ante su estela...no es fácil redituar la condición interna de lo que se queda habitando en un cuerpo donde no descansan las agujas...y lo logras perfectamente.
Un gran abrazo al talento.
Anna Francisca.
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