Hermosísima
entrada de Enrique Baltanás. Me recuerda la visión tan particular que Hopkins tenía de la individualidad de cada ser: como el sabor de una fruta, irrepetible, que sólo los labios de Cristo conocen. Muy consolador, si se caen las escamas de nuestros ojos, las vanidades del mundo, y de nuestro mundo interior.
2 comentarios:
Gracias por el enlace a la entrada de E. Baltanás, me ha encantado! podrías explayarte un poco con lo de la fruta de Hopkins, que la has dejado caer de pasada.
Tío, a ver si escribes algo, que estás muy vago!!
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