Voy en el coche. Como el mp3 que adapté al cassette dio sus últimas boqueadas hace meses, sólo escucho la radio, Radio Clásica, lo cual me permite escuchar música más variada que la repetida noria de mi selección. A veces, en cualquier semáforo, con paisaje crepuscular propicio, o pringoso nublado de prisa y mediocridad, conecto la radio –o abandono una tertulia política, harto ya– y se obra el milagro. Una música secreta –secreta para mí, pues no escuché la entradilla– suena por mis cascados altavoces del coche. Y me quedo, cómo diría, traspasando el aire todo, y un no sé qué que quedan preguntando se pregunta ¿qué es esto? ¿qué autor? Pues la llama que devora, en ese momento, es poder tener la llave para volver a esa música. Y sucede siempre igual: no puedo esperar a que lo digan al final –siempre lo dicen– porque me tengo que bajar del coche, llego tarde, llego tarde, y nunca más sabré quién pulsaba esas notas, quién las compuso. Lo mismito que la vida, diría un poeta.
Una vez sí pude: "Lamentaciones por la muerte del hermano Donald", tradicional irlandés, con sus violines de bruma y toda esa húmeda nostalgia verdegrís, pero no he sabido más. Google no sabe más. Tu Rostro, que aparece –un relámpago–, y que desaparece.
13 comentarios:
A veces, como en la vida, es mejor ignorar los detalles. Recuerdo haber leído que Toscanini contaba que no era muy dado a escuchar música, por ejemplo, en la radio, ya que enseguida empezaba a verle defectos a la ejecución y a discutir mentalmente con el director. Y lo ilustraba con una anécdota. En un viaje (en barco, creo), había puesto la radio y escuchado, ya empezada, la interpretación de una sinfonía de Beethoven, sintiéndose (como de costumbre) cada vez más disgustado por lo que oía. Terminó la obra, y se oyó al locutor: "acaban de escuchar Vdes. la intepretación de la sinfonía... de Beethoven, dirigida por Arturo Toscanini".
Tu rostro sí que aparece y desaparece... Y qué alegría cuando reaparece.
¡Viva el hermano Donald!
Qué buena anécdota Marinero. Fidel Villegas siempre me hablaba de esas personas que en los museos prestan más atención a la cartela con los datos del cuadro, que al cuadro mismo.
Gracias, Enrique. Es lo que tiene el cambio de estación, que nos pone poéticos.
Comparto la tortura del auto (que no me pasa tanto en el auto pero sí en radios de locales públicos por ejemplo, pero es lo mismo).
Tortura más porque hoy pareciera que todo se puede saber con Internet. Tendría que haber un Google en donde uno pudiera tararear un fragmento y la máquina busca.
Problemas del progreso, en definitiva. Antes no había música grabada, y necesariamente sabías quien tocaba porque estaba al lado tuyo.
Juan Ignacio, creo que Vodafone ofertaba un servicio así, de reconocimiento de una canción y búsqueda inmediata, si se la tarareas al móvil.
Sucede siempre igual porque la llama nos quemaría. Y ya nunca más querríamos hacer otra cosa que no fuera dejarnos quemar por ella.
"traspasando el aire todo" y también "pringoso nublado de prisa" me han gustado.
Me alegra leerte de nuevo.
¡Uh, impresionante!
No sé, Lolo, como diría Laura en "El mismo amor, la misma lluvia", igual "busco algo que me chamusque un poco". Gracias por leer aquí, y comentar con tanto acierto.
Breve Juan Ignacio, y expresivo: muchas gracias.
Eh... ¿Debo tomarlo en serio? Ja, saludos.
Totalmente, Juan Ignacio.
Por cierto, Lolo, lo de "traspasando el aire todo" es una paráfrasis de un verso del poema de Fray Luis de León al organista "Francisco Salinas".
Ole!
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